¿Violencia de género? Los cojones.

Destacado¿Violencia de género? Los cojones.

 Para aportar algo de luz con mi tenue linterna de coche sobre el tema de la violencia de género, su definición y varias acepciones:
1°) Podemos primeramente entender violencia de género de una manera abstracta, diluida en un sensacionalismo atroz y beligerante, desprendida de toda concepción psicológica, sociológica, penal, civil y en definitiva judicial, cómo la violencia que se realiza desde un género, el que sea, hacia otro distinto ya sea de tipo físico, mental o social, desentendido de si la víctima es una mujer o un hombre.
Esta primera es la definición que le gusta usar a eso que se conoce ahora como el neomachismo, que no es más que un machismo disfrazado de una vergonzosa caracterización de víctima a los hombres respeto al movimiento feminista, o hembrista como lo peyorizan, debido a la excesiva y desmedida concesión de derechos y libertades hacia las mujeres, al parecer en detrimento de derechos y libertades llamesmolas masculinas.
2°) En segundo lugar tenemos la definición que considero, desde mi súbita ignorancia, como más acertada sobre violencia de género, dotándola en esta ocasión sí de connotaciones históricas, psicológicas, sociológicas y penales, que viene a entenderse de la siguiente manera (voy a tratar de explicarme bien pese a mis limitaciones debido al ataque del hembrismo sobre mi persona):
La violencia de género bien aprehendida escapa de un entendimiento simplemente etimológico, estamos hablando de una circunstancia, una terrible consecución de hechos, que nos llevan a una situación deplorable y que hemos tardado muchísimo, como especie avanzada que nos hacemos creer, en tratar, y repito «tratar» debido a que no lo hemos conseguido aún, de solventar. Ésta es una violencia con, como ya he dicho, connotaciones históricas y sociológicas que hay que tener en cuenta. El, supuestamente excesivo,  celo en la protección de la mujer con respecto al hombre maltratador (no me quedan más cojones que asemejarlo a mi mismo y llamarlo «hombre») se debe no a una cuestión de sexos o géneros, si no a una tradición histórica y sociológica por la cual un sexo ha estado por encima del otro en lo que a todos los ámbitos humanos respecta y se pueda entender desde poco después del neandertal hasta mediados/finales del siglo XX, como poco. Así hay un nexo común en todos los casos de violencia machista y ese nexo no es tan solo la diferencia de sexo, si no que es una cuestión psicológica y social por la cual todos esos casos se basan en una comprensión errónea del mundo por la cual ellos, los maltratadores, se creen con derecho a infligir cualquier tipo de violencia y dominación sobre la mujer por la superioridad que ostentan, es decir, que esos hombres (me chirría cada vez más esa palabra hablando de estos individuos) consideran parte de sus derechos e incluso deberes el demostrar quién es el sexo dominante, del modo que sea. Por lo tanto la actuación de la justicia tiene que ser lo más rápida y efectiva posible ya que el riesgo es infinitamente mayor tan sólo con las estadísticas en la mano, ese individuo nunca se dará por satisfecho hasta que demuestre que debe y puede someter a su pareja por la simple diferencia de sexo («eres mía y yo decido si vives o mueres»).
¿Qué quiero decir con eso? Pues que no se trata simplemente de una cuestión de sexos, es un problema histórico, social y psicológico por el cual no se puede tratar punitivamente igual cruzar el río hacia un lado que hacia el otro. La necesidad de protección a una mujer maltratada por un hombre nunca puede ser tenida en cuenta igual cuando los hechos cambian de acera, ya que ese hombre no tiene una concepción del mundo y de la sociedad correcta, es en definitiva un enfermo peligroso.
   ¿Puede haber mujeres que maltraten a sus maridos? Por supuesto, pero eso es una cuestión incidental, particular. No tiene las aristas del caso contrario, esa mujer no tiene una especial inquina contra el sexo contrario, es contra su marido en particular. Y por supuesto que ha de ser severamente castigada, pero por violencia doméstica, no por violencia de género, dos hechos similares aunque con distinto articulado en el código penal español.

Así espero hacer entender que no es violencia de género cuando una mujer atenta contra la integridad física o mental de un hombre, si no que es violencia doméstica. Y por lo tanto concluyo, ¿violencia de género? LOS COJONES.

La caza del inocente.

La caza del inocente.

Hay una película que me impresionó muchísimo cuando la vi por su calidad y por el mensaje que transmitía, un mensaje que yo ya tenía procesado pero que veía que la sociedad y la televisión, fiel reflejo de nosotros mismos y de lo que demandamos, no había, ni aún ha conseguido asimilar. La película en cuestión es “The hunt” de un director danés el cual ni recuerdo el nombre pero que al buscar en Google aparece dirigida, la película, por un tal Thomas Vinterberg. La trama se desarrollaba sobre un delito sexual que, en un pequeño pueblo como en el que se ambienta, crea un grandísimo revuelo y del que resulta acusado y apuntado por todas las pruebas un respetable ciudadano y convecino al que, como era de esperar, todo el mundo da la espalda y escupen ante sus pisadas.

Pues bien, esto es algo que me eriza los pelos cual gato de vertedero, nuestra capacidad para asumir como cierto todo lo que nos aporta una pantalla (de LCD o plasma ahora, tubo catódico antes), la radio del coche o el papel de prensa. No nos abruma, ni nos avergüenza la idea de equivocarnos en nuestro juicio popular paralelo y demonizar a alguien por ser simplemente sospechoso, imputado o incluso defenestrarlo por haber sido citado por el juez a sala. Hay decenas, cientos de casos en los que hemos tenido que taparnos con nuestra más tupida e impenetrable “manta de sofá” después de haber llamado asesino, maltratador, violador, estafador y cuantos delitos penales crean ojipláticos tras las pantallas. No es algo baladí, estás acusando de cometer un delito penal a otro individuo, y en el código penal están recogidas las mayores atrocidades que puede cometer el ser humano y nosotros ni cortos ni perezosos antes de ni tan siquiera empezar la batalla judicial estamos destruyendo la presunción de inocencia, el derecho del individuo a defenderse y la integridad moral y buen nombre de alguien al grito de “asesino, deberían dejarle con el padre de la víctima en una habitación cerrada y con las manos atadas”, Dios santo de mi vida. Eso es algo de lo que hablaré otro día para no mezclar temas, pero la facilidad que tenemos nosotros hombres y mujeres del siglo XXI (civilizados y en contra de la tauromaquia y el abandono de gatitos) de solicitar la vuelta de la pena de muerte para “algunos delitos” me parece de caérsenos los huevos.

Voy a enlazar una definición de presunción de inocencia, uno de los principios jurídicos más elementales de nuestra civilización: “La presunción de inocencia es un principio jurídico penal que establece la inocencia de la persona como regla. Solamente a través de un proceso o juicio en el que se demuestre la culpabilidad de la persona podrá aplicarse una pena o sanción. Es, en definitiva, la idea de que todas las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario.” Definición extraída de www.derecho.com. Y es que estamos hablando de los delitos más crudos recogidos por la ley y las penas más severas (otro día también hablaré de la supuesta languidez de nuestro sistema penal). No puede dejarse de lado, no puede obviarse este principio, es la base de cualquier juicio justo. Por que sí, los asesinos, los violadores y los pederastas también merecen un juicio justo, aunque finalmente salgan ajusticiados siguen mereciendo ese juicio justo y todo eso comienza desde el pistoletazo de salida unido a la presunción de inocencia, no puedes desarrollar un juicio considerando culpable al acusado.

Yo sé que es muy complicado de entender, que lo normal (y lo fácil) es ponerse del lado de las víctimas y solicitar justicia lo antes posible y quizás esas prisas nos hacen aceptar a cualquiera como culpable, pero la otra parte, la acusada, se merece el mismo respeto dentro de juicio, hay que concurrir a él en igualdad de condiciones y hay que jugar con las mismas cartas.

¿Quiénes son los que realmente me sacan de mis casillas? Porque los que desde casa se rasgan las vestiduras ante auténticas barbaridades propias de otro siglo cometidas por semejantes nuestros tampoco me preocupan tanto. A mi quien me pone los huevos como balones medicinales de 15kg son esos particulares, sin relación directa ni indirecta con el caso que madrugan, se duchan, se visten y salen de su casa camino del palacio de justicia de su municipio a gritarle atrocidades a un ciudadano como él y como yo que aún ni tan siquiera se ha demostrado si debería estar allí o es todo un error.

Citaré un par de casos como ejemplo: Caso Rocío Wanninkhof, una mujer llamada Dolores Vázquez fue detenida y llevada a juicio por el asesinato de la pobre chica. ¿Qué encontró esa mujer en respuesta de la sociedad? Una multitud profiriéndole cosas tan bonitas como “hija de puta”, “asesina”, “muérete”… y un largo etc. Finalmente resultó absuelta de los cargos y el verdadero culpable, unos años después, asumió los cargos, un tal Alexander King; y más recientemente, por todos conocidos, el caso de los chicos acusados de violación en el Real de la feria de Málaga el verano pasado. Se dijeron cosas muy gordas de esos chicos, muy, muy gordas. Absueltos, pero tú, extraño ciudadano, fuiste al juzgado a insultarles y a pedir su muerte. Es para hacérselo mirar.

Con esto, ¿qué coño quiero decir? Pues que no podemos saltarnos a la torera la ya tan citada presunción de inocencia, que hay que esperar y que tengamos un poco de decencia y decoró a la hora de salir de nuestra casa y pedirnos libres el día en el trabajo solo para ir a espetarle insultos infernales a un desconocido que posiblemente esté más asustado que un conejo en casa de un extraño.

Algunas de las canciones durante este post:

  1. «Low» de TRAAMS
  2. «About a girl» de Nirvana
  3. «I’m a man» de Black Strobe
  4. «Mass destruction» de Faithless
  5. «What will you do (when the money goes)?» de Milburn
  6. «Open your heart» de Europe
  7. «Sow» de Naked and famous
  8. «Self esteem» de Offspring
  9. «Astro» de The White Stripes
  10. «2,000 lb.Bee» de Flat duo jets
  11. «Aspirins and alcohol» de Last days of april
  12. «I couldn’t love you» de Cursive
  13. «Freak on a leash» de Korn
  14. «La paz mundial» de Siniestro total
  15. «Light it up» de Blood red shoes